Tanques, abogados y merengue
Andrea G
Moisés Naím / El País
"Señor ministro de la Defensa, mándeme diez batallones a la frontera, incluyendo a los tanques", ordenó el presidente Hugo Chávez en la transmisión de Aló Presidente, su programa de televisión y radio de todos los domingos. Como se sabe, esto fue en respuesta al bombardeo de Colombia a un grupo de las FARC refugiado en territorio ecuatoriano. El presidente Chávez aclaró que también estaba listo para "mandar los Sukhoi", los avanzados cazabombarderos rusos que adquirió recientemente. La reacción de Colombia fue tan rápida como sorprendente: "He dado la orden de no movilizar un solo soldado a las fronteras", declaró Juan Manuel Santos, ministro colombiano de Defensa. El presidente Álvaro Uribe también reaccionó de manera inesperada: "Colombia se propone en la Corte Penal Internacional denunciar a Hugo Chávez, presidente de Venezuela...".
Afortunadamente, ninguna de estas acciones será necesaria. Los jefes de Estado de América Latina se reunieron en una cumbre en la República Dominicana, tierra del merengue, donde varios se insultaron, el presidente Chávez les cantó a sus colegas, todos hablaron largo, muchos fueron incoherentes, otros lúcidos, pero al final los agraviados se dieron la mano y decidieron retirar tanto tanques como abogados. Gracias a esto "... el mundo puede dormir tranquilo", informó Rafael Correa, presidente de Ecuador. Esta información seguramente fue recibida con interés y alivio en Irak, Gaza y Darfur.
Pero además de histrionismo, exageraciones y demagogia, esta cumbre presidencial también nos trajo buenas noticias. La más importante es, por supuesto, la desactivación de una grave crisis. Otra, menos notada, es que la amenaza de ser llevado a juicio ante la Corte Penal Internacional puede llegar a pesar tanto en la mente de un presidente como la amenaza de diez batallones, tanques y bombarderos. En la reciente cumbre, el presidente Uribe nunca mencionó las amenazas bélicas del presidente Chávez. Pero en su discurso Chávez sí dejó entrever que no había pasado por alto las amenazas judiciales del presidente colombiano: "Me quieren hacer lo que hicieron con Milosevic...", denunció Chávez.
Slobodan Milosevic, el ex presidente de Yugoslavia, fue enjuiciado en La Haya por un tribunal internacional. Lo importante a notar es que Milosevic fue acusado y enjuiciado por el mundo. Esto a pesar de que los crímenes de los que fue acusado ocurrieron en su país y que en el pasado solían ser tratados como "asuntos internos" que no le incumben a ningún extranjero. Ésta es la regla que permitía que dictadores ladrones y asesinos terminaran sus vidas apaciblemente en la Riviera francesa.
Esto ha cambiado y ahora hay una nueva tendencia mundial, simbolizada por la creación de la Corte Penal Internacional, que merece reconocimiento y aplauso. Es gracias a esta nueva tendencia que Charles Taylor, el sanguinario ex presidente de Liberia, está hoy en una cárcel en La Haya mientras es enjuiciado por un tribunal internacional por los crímenes que cometió en su país; o que, en España, Baltasar Garzón pudo emitir una orden internacional de arresto contra el ex presidente de Chile Augusto Pinochet. Es igualmente la razón por la cual militares de Argentina al Congo han sido extraditados de sus países para enfrentarse a cargos en tribunales de otros países.
Estos ejemplos son muy distintos y representan una variedad de situaciones, circunstancias jurídicas e instituciones y regímenes legales. Pero todos tienen en común que los impulsa una renovada actitud basada en la premisa de que quienes infringen la ley durante el ejercicio del poder ya no sólo deben temer a la justicia de su país, sino a la de otros países e inclusive a la del mundo. Lenta, engorrosa, aburrida, imperfecta, y muchas veces arbitraria en su selección de acusados, la justicia internacional es, sin embargo, una bienvenida adición a las normas e instituciones internacionales que intentan hacer nuestro mundo gobernable, seguro y justo.
Mandar a los tanques y bombarderos a la frontera con Colombia fue una exageración de Hugo Chávez. Amenazar con enjuiciar a Hugo Chávez en la Corte Penal Internacional fue una exageración de Álvaro Uribe. El desenlace pacífico de este incidente es una gran contribución de la cumbre del merengue. Pero quizás lo más interesante es que nos ayudó a descubrir que ahora vivimos en un mundo donde en algunas circunstancias es posible responder con abogados a quienes amenazan con tanques. Y ésta es una buena noticia.