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Los cambios internacionales que nos afectan a todos se han hecho más frecuentes. Algunos nos tocan directamente y otros tienen efectos más remotos. Pero las noticias cotidianas nos dejan con la sensación de que estamos en una época de grandes cambios.
En Afganistán no solo fue derrotado el Ejército más costoso y tecnológicamente avanzado del planeta. También fueron derrotadas dos ideas que, hasta ahora, habían tenido gran influencia en el mundo occidental. Una es que la democracia se puede exportar y que los militares de Estados Unidos son los mejores del mundo.
Es fácil desdeñar las lecciones que América Latina puede darle al mundo con respecto al manejo de crisis económicas. Después de todo, ¿qué puede enseñar una región en la cual siempre hay una o más economías atravesando severas dificultades? Las crisis son la norma. De hecho, el principal problema de América Latina no es su crónica inestabilidad económica, sino la falta de capacidad que muestran sus dirigentes para aprender de la experiencia. Y su propensión a entusiasmarse con políticas públicas que, es sabido, siempre terminan mal. La necrofilia ideológica, el apasionado amor por ideas muertas, reina entre políticos y gobernantes de la región.
Los científicos nunca tuvieron dudas de que tendríamos una vacuna contra la covid-19. Y no se equivocaron. Muy pocos, sin embargo, pronosticaron que esa vacuna estaría disponible tan pronto. La experiencia histórica sugería que la vacuna tardaría años en desarrollarse y a estar disponible en grandes cantidades. Los científicos comenzaron a investigar la covid-19 en enero de 2020 y pronto estuvieron listos para iniciar la fase 3 de las pruebas clínicas que evalúan la efectividad de la vacuna. Lo normal es que cualquier medicamento o tratamiento tarde años en estar listo para las pruebas de la fase 3. En este caso, lo lograron en seis meses.
En Guatemala, El Salvador y Honduras viven cerca de 34 millones de personas. En Latinoamérica y el Caribe hay 658 millones de habitantes. Los problemas de estos países centroamericanos son enormes. Los del resto de América Latina son aún más graves.
Antes eran los yihadistas y ahora son los supremacistas blancos. Durante años, el terrorismo islamista fue visto como una de las principales amenazas, principalmente para Europa y EE UU. Ya no. Ahora las preocupaciones son el coronavirus y la violencia de los extremistas blancos.
¿Usted sabe cuánto es un trillón de dólares? Según la Real Academia Española es “un millón de billones”, es decir, el número uno seguido de 18 ceros (en inglés, un trillón es el número uno seguido de 12 ceros). El Gobierno de Estados Unidos acaba de decidir que va a gastar 1.900.000 millones de dólares (es decir 1,9 seguido de 11 ceros) en respuesta a la crisis económica desencadenada por la covid-19. Una avalancha de dinero.
“America is back”. América está de vuelta, afirmó emocionado Joe Biden. Les hablaba a los líderes políticos, principalmente europeos, que participaron en una reunión sobre seguridad internacional que se llevó a cabo, por videoconferencia, en Múnich. “La alianza transatlántica está de regreso”, enfatizó el flamante presidente. Naturalmente, el mensaje fue muy bien recibido por la audiencia. Angela Merkel, Emmanuel Macron y Boris Johnson registraron su complacencia ante la nueva postura de EE UU. En su discurso, Biden renovó el compromiso de su país con el Artículo V de la OTAN. El artículo obliga a los países miembros de la alianza militar a responder colectivamente ante un ataque contra uno de sus miembros. Durante su presidencia, Donald Trump se abstuvo reiteradamente de reconocer públicamente que, por ser miembro de la OTAN, su país aceptaba esa obligación. Naturalmente, la reticencia de Trump produjo ansiedad en las capitales europeas y regocijo en el Kremlin.
A pesar de ser el país de las islas Galápagos, y de contar con 32 majestuosos volcanes, varios de ellos activos, o de ser el principal productor de bananas del mundo, Ecuador rara vez atrae la atención de los medios de comunicación internacionales. No es Brasil, México o Argentina, los gigantes de la región, su inestabilidad política no es tan fuerte como la de su vecino Perú, ni ha sufrido un saqueo como el de Venezuela. En fin, es un país latinoamericano normal: pobre, desigual, injusto, corrupto y lleno de gente decente y trabajadora. Su democracia es defectuosa pero competitiva, sus instituciones son débiles pero existen y su economía, la octava del continente en tamaño, depende de la exportación de petróleo, bananas, camarones y oro. Y del dinero que mandan a sus familias los ecuatorianos que viven en otros países.
Susan Bro encarna el dilema que puede definir el Gobierno de Joe Biden: ¿Puede haber paz social sin que haya justicia? Bro es la madre de Heather Heyer, quien en 2017, a los 32 años, fue asesinada en Charlottesville, capital de Virginia, por James Alex Fields, un activista de extrema derecha. Fields atropelló deliberadamente con su automóvil a un grupo de personas que protestaban pacíficamente contra una marcha de neonazis y supremacistas blancos llegados a Charlottesville desde todo el país. Al comentar estos trágicos hechos, el presidente Trump recalcó que había buenas personas en ambos lados de la protesta. Joe Biden ha dicho que este evento en Charlottesville fue determinante en su decisión de postularse a la presidencia.
El 6 de enero fue un día muy malo para el presidente Donald Trump, y muy bueno para la democracia estadounidense. Los muertos y heridos serán recordados como una trágica secuela de la violencia fomentada por el presidente. Pero lo que sucedió ese día —y no me refiero solo a la toma del Congreso por los seguidores de Trump— podría marcar el comienzo de un importante periodo de renovación de la democracia de ese país.
Los más entusiastas seguidores de Mao Tse Tung, Juan Domingo Perón, Charles De Gaulle, Fidel Castro y Hugo Chávez dieron lugar a movimientos políticos más perdurables que los líderes que los inspiraron.
El Internet global, descentralizado, no gubernamental, abierto y gratuito que existió en sus inicios ha venido desapareciendo. No es ni global, ni abierto. Más del 40% de la población mundial vive en países donde el acceso a Internet es controlado por las autoridades. El Gobierno chino, por ejemplo impide que desde su territorio se pueda acceder a Google, YouTube, Facebook, Instagram, Twitter, WhatsApp, CNN, Wikipedia, TikTok, Netflix o a The New York Times, entre otros. Hay, por supuesto, versiones chinas de esos productos digitales. En la India, Irán, Rusia, Arabia Saudí y muchos otros países, el Gobierno bloquea sitios de la Red y censura sus contenidos.
En las recientes elecciones de Estados Unidos votó el mayor número de personas en 120 años. Casi 80 millones votaron por Joe Biden y más de 74 millones por Donald Trump. Son los dos políticos más votados en la historia del país. Se suponía que la pandemia y la campaña de Trump sobre el fraude electoral aumentarían la abstención. No fue así. 67% de los inscritos votaron en persona o por correo.
¿Usted sabía que hay una escasez mundial de bicicletas? Un súbito y masivo aumento de la demanda global de bicis tomó por sorpresa a los fabricantes, creando así un temporal desabastecimiento. Este inesperado interés en el ciclismo responde a varios impulsos. Muchos de los pasajeros usuales de buses, metro y taxis se convirtieron en ciclistas, buscando mitigar el riesgo de contagio del coronavirus que hay en espacios públicos y cerrados. Los paseos en bicicleta también se convirtieron en una atractiva opción para quienes se quedaron sin trabajo. La cesantía, la cuarentena y la distancia social hicieron de un paseo en bici una opción tentadora. Calles y avenidas, casi sin coches y humo, también invitan a circular en bici. Después de que amaine la emergencia sanitaria, el uso de las bicicletas también declinará. Pero, muy probablemente, el número de ciclistas habituales será mayor del que había antes del brote.
En 1986 se estrenó una comedia de Hollywood titulada The Three Amigos. Es la historia de tres actores cómicos (protagonizados por Steve Martin, Chevy Chase y Martin Short) que, disfrazados de charros mexicanos, llegan al pueblo de Santo Poco para presentar su espectáculo. Pero encuentran que el pueblito mexicano es acosado por una banda de barbudos a caballo comandada por El Guapo. Naturalmente, los tres amigos se las arreglan (con la ayuda de la bella y sufrida Carmen) para liberar a Santo Poco de El Guapo y sus secuaces. El guion de The Three Amigos no perdona ni uno solo de los clichés, prejuicios y estereotipos tan comunes en algunos círculos estadounidenses cuando de los mexicanos se trata. De hecho, El Guapo y los suyos calzan perfectamente bien con la descripción de los inmigrantes mexicanos que ha hecho Donald Trump: asesinos, violadores y “bad hombres”. También, “animales”.
La covid-19 no solo mata gente, también mata ideas. Y cuando no las mata, las desprestigia. Las ideas tradicionales sobre oficinas, hospitales y universidades, por ejemplo, no sobrevivirán incólumes a las secuelas económicas de la pandemia. Tampoco lo harán algunas de las ideas más globales sobre economía y política. Estas cuatro, por ejemplo.
Qué tienen que ver los coches estacionados en un parqueadero con las búsquedas en Internet de las palabras “diarrea” y “tos”? Y, a su vez, ¿qué tienen que ver estos datos con la pandemia que nos está azotando? Mucho.
"El mundo ha cambiado para siempre”, “De esta catástrofe saldrá un nuevo orden internacional”. Esto se dijo después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y se repitió después de la última gran recesión. También después de cada uno de los colapsos financieros que regularmente sacuden el mundo. El análisis de las crisis internacionales que hemos vivido desde la década de los ochenta revela varios factores recurrentes. Algunos, los vemos en esta pandemia. Otros no. Hay cinco que vale la pena destacar.
Es un gran honor, señor presidente, que usted solicite mis consejos acerca de cómo garantizar su merecida reelección. Comparto su desilusión con los asesores electorales que no han logrado convertir su exitosa gestión en una abrumadora ventaja electoral. El único que sirve de esos asesores es su brillante yerno, Jared Kushner.